Escribe Sergio Bravo / Gestion.pe
Cuando una empresa nace con un proyecto de inversión es relativamente fácil establecer que los flujos económicos y operativos de la empresa paguen el servicio de la deuda e identificar claramente los gastos financieros que corresponden al proyecto.
Sin embargo, cuando las empresas crecen y en su madurez se convierten en corporaciones, el número de proyectos evidentemente se incrementa a lo largo del año. Entonces, es aquí donde sus gerencias financieras tienen que establecer un esquema de financiamiento para dichos proyectos, del mismo modo que hicieron en los años anteriores.
Seguidamente, la empresa establece una suma de necesidades de financiamiento que corresponde a los proyectos que ejecutarán, y que incluye el financiamiento de la adquisición de activos fijos y los aportes adicionales para el financiamiento del capital de trabajo. Me detengo aquí para observar un detalle importante: las empresas no financian los proyectos en forma individualmente, sino que lo hacen de forma global, bajo un esquema de financiamiento para el conjunto de los proyectos. Esto es lo que dice cualquier texto o documento de investigación que toque el tema del financiamiento corporativo.
Es así que las gerencias financieras de las corporaciones determinarán si emiten acciones o retienen utilidades como aporte de capital o emiten activos financieros de endeudamiento, como bonos o pagarés, entre otros. Ninguna empresa emite acciones estableciendo que una serie es para el proyecto 1, la otra para el proyecto 2 o para el proyecto X, o retiene utilidades por cada proyecto. Ninguna corporación emite una serie de bonos u otro activo financiero por cada proyecto. Todas emiten activos de financiamiento por el conjunto de las necesidades de financiamiento.
Este hecho es importante en la teoría financiera, por ejemplo, para la determinación de los costos de capital, del costo promedio ponderado, del costo de financiamiento de la empresa, de la relación deuda/capital. Aunque la falta de comprensión de estos conceptos también trae como consecuencia que, por ejemplo, la autoridad tributaria acote a las empresas por la no identificación de los gastos financieros derivados de la deuda con cada uno de los proyectos.
Dada las dimensiones de dinero que están en juego, el caso de Telefónica del Perú se ha convertido en un caso notorio, pero situaciones similares están padeciendo otras empresas grandes. La SUNAT ha acotado a estas por no poder probar que los gastos financieros corresponden al financiamiento de cada uno de los proyectos. Lo que en realidad está pidiendo la SUNAT es que las empresas tomen deuda por cada proyecto, que emitan un bono o un pagaré u otro instrumento por cada proyecto, lo cuál contradice la forma como se financian los proyectos en las corporaciones, es decir, la teoría financiera en sí misma.
La deuda financiera -aquella que genera gastos financieros- corresponde al conjunto de los activos financieros. Aquellos que se ejecutaron en el último ejercicio serán los responsables principales de la deuda adicional, pero el pasivo financiero en su conjunto corresponde al financiamiento del conjunto de los activos, incluyendo los corrientes (aportes al financiamiento de capital de trabajo) y a los activos no corrientes (inversiones en activo fijo y otros activos de largo plazo.
La única forma de relacionar los gastos financieros con los activos o proyectos de inversión realizados por la empresa es tomar el conjunto de estos y distribuirlos proporcionalmente entre los activos. El problema será ver que parte del capital de trabajo corresponde en ese ejercicio a cada proyecto que formó el activo no corriente, pero también podría hacerse una proporcionalidad. Ahora bien, todo este ejercicio se realizaría solamente para cumplir con la norma, porque al final se tomará el total de los gastos financieros que corresponden al total de inversiones realizadas por la empresa en distintos periodos, pero cuyo financiamiento tiene influencia en el endeudamiento actual.
Tal vez la única excepción estará en tomar y separar un activo que claramente no corresponde al negocio y se restaría la proporción de los gastos financieros. Sin embargo, el camino es distinto al asumido en la actualidad por la SUNAT.
Un país que genera una base tributaria estable, con predictibilidad y sustentada en la realidad del funcionamiento de la empresa, podrá ser atractivo para los inversionistas. Una posición arbitraria, lejana de las teorías de administración de empresas y de una buena política fiscal desalentará las inversiones.