lunes, 25 de abril de 2011

La industria conservera tiene un mar de oportunidades para este 2011

Por: Marienella Ortiz / El Comercio.
 
Una lata de conserva de pescado es un salvavidas en época de crisis. Además suele ser una salida al poco tiempo que existe para cocinar en medio del trajín de la modernidad. Es la que sacia a los campistas. La llegada de la anchoveta enlatada hace cuatro años fue un motivo más para adquirirla. Sin llegar a ser tan etérea como la Coca-Cola, es indiscutible la presencia de la conserva de pescado hasta en la más pequeña bodega. Sin embargo, la industria conservera nacional tuvo que hacer malabares para que este hábito arraigado del peruano no se viera interrumpido como consecuencia de la ausencia de la materia prima en los últimos años.

Desde el 2008 se redujo la presencia de jurel y caballa en nuestro litoral, situación que se agudizó durante el 2010. La anchoveta también escaseó el año pasado, debido a los problemas climáticos que alteraron sus ciclos reproductivos. Estas dos situaciones determinaron que los empresarios buscaran salidas a la ausencia del recurso pesquero.

Como resultado, los anaqueles de los supermercados y bodegas se llenaron primordialmente con conservas de atún y anchoveta. Lo poco que hubo de jurel y caballa fue gracias a la importación de estas especies. Por ello, el año pasado se importaron unas 59 mil toneladas de productos pesqueros, esto fue un 60% más que en el 2009, sobre todo de jurel y caballa. Igualmente se importaron 3 mil toneladas de conservas ya listas para la venta, de las cuales 2,8 mil toneladas fueron de atún, casi todas provenientes de Ecuador, según la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP). Con todo ello, se lograron ventas internas por un aproximado de US$130 millones en el 2010; mientras que la producción en volumen alcanzó las 69,7 mil toneladas, lo que representa un incremento del 7% en relación con el año anterior.

“Lo más preocupante de esta situación fue que en los últimos 4 años se realizaron importantes inversiones. Al menos fueron US$45,5 millones invertidos en modernizar y ampliar las plantas de conservas existentes en nuestro país. A eso se sumó las mejoras de las flotas para consumo humano directo que alcanzaron los US$88 millones”, comentó el presidente de la SNP, Richard Inurritegui. Gran parte de estas inversiones quedaron dormidas.

En los primeros cuatro meses del año tampoco hubo mucha anchoveta. “Esto nos genera una crisis fuerte para los que solo nos dedicamos a la industria conservera, pues no tenemos la contraparte de la harina y aceite de pescado. Esperamos que el pescado aparezca rápidamente”, comentó el gerente de Operaciones de Pesqueras Unidas, Jorge Carrera.

BUENA EXPECTATIVA

Sin embargo, el Ministerio de la Producción ya anunció a fines de marzo que la población de anchoveta es abundante, de aproximadamente 11 millones de unidades, aunque con mucha presencia aún de tallas pequeñas o juveniles, por lo que la pesca no es del todo regular. Sin embargo, la perspectiva de que en pocas semanas más o meses las tallas sean las indicadas despierta la esperanza entre los actores de esta industria.

En paralelo, el jurel también comenzó a aparecer. Ya se pescaron 80 mil toneladas a la fecha, indica el Produce. El año pasado solo se desembarcaron 16.400 toneladas en total.

Algunas empresas ya han notado la diferencia. “A la fecha hemos producido casi lo mismo que produjimos en el 2010 en conservas y hemos vendido casi el 35% de la venta total del 2010”, comentó Fernando Parodi, gerente general de Pesquera Hayduk, empresa que tuvo una reducción en sus ventas de conservas en un 27% en el 2010.

Por su parte, Austral Group se alista a estrenar su planta conservera de Pisco, la misma que fue construida el 2009 con una inversión de US$14 millones. “Hemos capturado unas 20 mil toneladas de jurel y vamos a destinarlas en un 80% a la conserva. El año lo empezamos bien y creemos que esto continuará”, comenta Adriana Giudice, gerenta general de esta pesquera que el año pasado tuvo una caída de 45% en su producción de cajas de conservas.

Si consumimos conservas de pescado por un valor de S/.368,2 millones en el 2010 (unos US$130 millones), el Produce estima que este año se llegará a los S/.384,3 millones. Una variante es que las conservas de jurel recuperarán un poco el espacio ganado por la anchoveta en el 2010. “El mercado local está activo, debido a que las empresas conserveras han venido desarrollando nuevos productos”, reflexiona el titular del Produce, Jorge Villasante. Y no le falta razón.

Juan Bacigalupo, gerente de comercialización CHD de la empresa Pesquera 2020 y dueña de la marca Ayllu, comenta: “la estrategia para competir por los consumidores ha llevado a las empresas a recurrir a un márketing ‘mix’ centrado en las cuatro P: precio, plaza, promoción y presentación”. En productos como la conserva de atún, explica, la pelea es por el precio y también por las promociones (pague dos y lleve tres). Pese a que ese no ha sido el campo de acción de Ayllu (más de anchoveta) y espera no serlo, Bacigalupo adelanta que ingresarán en mayo con la venta de conservas de atún. Para esto, dijo que importarán 50 mil cajas de atún desde Ecuador.

La competencia por plaza también está llevando a algunas empresas a centrarse en los mercados de los conos. Ese es el caso de la reciente marca Frescomar de la empresa Diamante. Ricardo Bernales, director de la mencionada pesquera, refiere que prefieren llegar a los mercados donde no tienen mucha presencia las marcas ya consolidadas en el mercado.

Allí el reto es competir con las marcas de precios más cómodos (la mayoría proveniente de pequeñas y medianas conserveras de Chimbote), aunque Diamante se ha esforzado con buenos resultados en las presentaciones más novedosas: anchoveta en salsa de rocoto, de limón o de escabeche.

Algunas industrias reconocen que aún no han consolidado la presencia de sus marcas en provincias, labor en la que estaría algo solitaria la marca Kontiki de la empresa Tecnológica de Alimentos (TASA) con ocho centros de distribución en el país. Próximamente ampliará esta red a Cajamarca y Huancavelica.

ANCHOVETA EN LA MIRA
En cuanto a las tendencias del mercado, Giudice considera que la conserva de anchoveta es el futuro del sector y sostendrá la producción del consumo nacional a futuro, sobre todo por ser una proteína económica que puede reducir los niveles de desnutrición en el país. La SNP refiere que se destinan unas 112 mil toneladas de anchoveta para el consumo directo, y su uso en esta industria se incrementa anualmente 10%.

Para darle un mayor impulso a la industria de la conserva de anchoveta, Javier Barco, representante de la conservera Trans World Seas, opina que es necesario resolver el problema de las embarcaciones artesanales, las mismas que no cuentan con las condiciones de frío más óptimas.

Esta situación conlleva a que se reduzca el volumen de materia prima, pues se merma el 50% de lo capturado. Frente a esta situación, comentó que ellos congelarán este año la materia prima en época de abundancia, para luego producir las conservas. Una empresas asociada a TWS invertirá US$11 millones en una planta de congelados.

En el caso del atún, existen dificultades para ampliar la capacidad de acarreo que es regulada por la Comisión Interamericana de Atún Tropical (Ciat), la que permita consolidar una flota nacional. Otro tema con el atún es que necesitamos una fórmula para competir con los beneficios dados por Ecuador al desembarque de atún en sus puertos. Para las empresas más grandes, con exportaciones de harina y aceite, el rubro conservas fluctúa entre el 5% y 10% de la facturación total.

Sin embargo, hoy todos apuntan a seguir incrementando el desarrollo de nuevos productos y presentaciones de conservas. ¿Por qué? Bernales, de Diamante, explica que con el nuevo sistema de cuotas pesqueras cada empresa conoce su techo, en cambio en CHD aún existe un amplio mar por recorrer en los próximos años.

Darle valor agregado al recurso marino será la tarea pendiente de la industria en los próximos años.